Una aventura amorosa de dos hombres en un pueblo a orillas de una playa paradisíaca. Todo suena como en un sueño, pero los pueblos pequeños resultan infiernos grandes, y el romance tiene que ser clandestino y problemático, ya que uno de ellos está casado.
Ambientada en una playa en Perú, es un relato de una historia de amor entre dos hombres. Uno de ellos comprometido. Deben esconder su amor por los prejuicios propios de un pueblo pequeño. La belleza del lugar es ideal para contar una historia de amor tipo La Laguna Azul, pero dista mucho de ello. Contracorriente, del debutante Javier Fuentes-León, integra así la premisa fantástica en su relato.
Los protagonistas no son jóvenes, tampoco guapos ó de ciudad. La historia inicia con Miguel, pescador respetado en la comunidad, el cual oficia las últimas honras al cuerpo fallecido de su primo para que su alma pueda alcanzar el descanso final. Casado y en espera de un hijo de su mujer con la cual vive. A escondidas , Miguel se encuentra con su amante forastero, que viene cada verano al pueblo pesquero. El forastero es pintor y se dedica a tomar fotos de los paisajes del lugar. Parece ser que el pintor trata de escapar de su lugar de origen ó residencia porque el maricón y nadie lo quiere ver por allí.
La película Contracorriente, expone un costumbrismo folklórico que parece evocar un realismo del cine italiano de la post-guerra. Acordémonos de la película La terra trema (1948) de Luchino Visconti, con su comunidad de pescadores. Es el reflejo de la formación de prisiones emocionales en las que se encierra el amor homosexual en entornos tradicionalistas y lejos de las urbes con mente tolerante. La doble vida de Miguel es el encierro forzado de Santiago, a cambio de unas migajas de entrega, las cuales justifican cada vez menos la mazmorra que los tiene atados.
